miércoles, 1 de febrero de 2012

Quimera color

Desde hace varios días ocurre que de vez en cuando me quedo dormido. Me ha sucedido en el bus, en el cine, en el restaurante e incluso en el karaoke. No sé a que se debe; los exámenes que me ordenó el doctor han descartado que se trate de bichos. Tampoco soy un hombre de farra; ni siquiera llego al segundo episodio de South Park de las diez y media de la noche y ya he cerrado los ojos.

Hubo sin embargo una época en que me sucedía lo contrario. Por más que lo intentaba no podía dormir. Entonces prendía la radio, que solía acompañarme hasta el primer rayo de sol. Quizás mi somnolencia actual se deba a todas esas noches que no dormí. Por favor no nos engañemos, eso no tiene nada que ver. Tampoco es la televisión, ni los libros.

En ocasiones, he logrado escucharme roncar. Es una sensación entre repugnante y placentera. Las personas no pueden evitar su envidia al verme. Sin embargo hay momentos en los que quisiera permanecer despierto. Por ejemplo, cuando hay una excelente película en la tele, o cuando alguien interesante se pone al teléfono.

Dormir sería el mayor de los placeres, si no fuera por ciertos sueños obsesivos. A veces quisiera poner la mente en blanco, mirar un mundo completamente en blanco, como el que describen Saramago y Fitzgerald. Es inútil. Entonces intento arrojarme en el color negro. Luego, es rojo. Finalmente, amarillo. Es cuando cierro los ojos. Cuando despierto, es azul.

Si el tiempo tuviera un color, probablemente sería naranja. Quizás me confundo con el horizonte. Me pregunto si existe un modo de inventar un color nuevo. Dicen que las abejas distinguen el espectro ultravioleta; dicen, que quienes van a morir se acercan a una luz. No quiero divagar más... me estoy durmiendo otra vez.......

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