miércoles, 21 de abril de 2010

El hambre

No es sentir
inanición,
es rabia,
la jaqueca
no cesa,
la ira tampoco
se resiste.
No sólo el azúcar
y la sal,
no sólo hiel.
El sueño es un maná
invisible,
el sueño me conduce
a una atmósfera
de humo.

domingo, 18 de abril de 2010

Nube gris

¿Qué es lo que
nos hace dudar,
cuando el camino es sereno?

¿Qué te hace
pensar tanto,
cuál es la culpa
que te agobia?

lunes, 12 de abril de 2010

sábado, 10 de abril de 2010

Nada

Querido Zi:

Las cosas han vuelto a salirse de control... he discutido fuertemente con mi hermano esta mañana y he pronunciado frases hirientes. Mi hermano ha defendido de manera sensata sus argumentos, e incluso me hizo sentir culpable. Sin embargo, ¿Qué puedo hacer? de seguro algo motivó en mí esta actitud. Tampoco soy un idiota.

No sé si es envidia o impotencia; no sé si fue el silencio que quiso implosionar hasta convertirse en un grito interior. Las cosas no están bien; hoy más que nunca me he dado cuenta de que de todo lo que me rodea, la cama en donde duermo, el techo sobre mi cabeza, las puertas, cerraduras, ropas, calzados, cosas... nada es mío realmente; ni siquiera los recuerdos, ya que involucran personas de las que no tengo la certeza de saber si desean ser recordadas; nada es mío. El fisco, las empresas de servicios no se molestan en averiguar si algo te pertenece o no; sólo están para cobrarte impuestos y tasas, entonces las cosas te pertenecen, pero cuando necesitas un crédito nada es tuyo nuevamente. ¿Qué hay de la familia? ¿tus padres? ¿tus hermanos? ¿la persona que amas? nada tampoco. Nadie es de nadie. Todos somos o de Dios, o del dinero, o de la sociedad capitalista, o de la maquinaria estatal socialista, o de los vecinos que no tienen de quien reírse. Sólo las palabras... aunque a veces ni eso. Resulta que cuando dices algo, o crees haber escrito algo novedoso, alguien ya lo dijo primero. ¿El corazón? fácilmente podría dejar de pertenecerte si te inscribes en un programa de órganos. ¿El estómago? jajaja. Que la gastritis no lo devore antes.

¿Qué hacer? No hay nadie...

D

sábado, 3 de abril de 2010

Madrugada

Había pasado toda la noche sumergido en sus propios desvaríos; de repente, todas las personas que conoció aparecieron por un instante y desaparecieron en el siguiente. Una mosca que no podía colocar en mute con ningún control remoto se escabullía milagrosamente, a pesar de las palmadas que daba. La comezón era cada vez más insoportable.

La incomodidad llegó a un nivel tan elevado, que ya no pudo más. Hasta llegó a sentir que la tierra temblaba. Preso de una paranoia irreversible, salió del cuarto, se colocó las zapatillas y la bufando y salió para la calle. En ese instante no pudo sentir algo más refrescante que el aire de la noche; ni siquiera le importó que algún maleante estuviera a esas horas vigilando la zona. Una partida de niños minadores merodeaban por los basureros, que hasta entonces no habían sido retirados por el camión recolector, cuyo sonido abismal también le despertó en más de una ocasión. A lo lejos, un perro solitario se paseaba también.

Volvió a mirar por un segundo a todas las personas que protagonizaron sus desvaríos, y las vio desaparecer. Los niños minadores se esfumaron también. De pronto, el sonido de la mosca, del camión de la basura, el aullido del perro y la comezón volvieron todos al mismo tiempo. Ni siquiera la frescura de la noche pudo redimirle. Las horas transcurren y la noche parece prolongarse. La naúsea regresa y el cuerpo se siente ligero nuevamente. En un instante, parece posible escapar del cuerpo, que es como una prisión para el espíritu. Intenta escaparse, pero un invisible hilo umbilical le retiene a las entrañas. No es posible escapar. No se posible irse.

De pronto, el sonido del colibrí aparece de entre la nada como música llena de ternura y libertad. La comezón se vuelve menos frecuente y la mosca se ha ido a descansar. De nuevo, el espíritu y el cuerpo parecen volver a ser uno. El camión se ha ido ya, al igual que los niños. En el cielo un artista ha echado un brochazo celeste que empieza a difuminar la oscuridad.

jueves, 1 de abril de 2010

El malo de la película

"No he venido a sembrar de sal los campos"
Jorge Carrera Andrade


Olvidar,
que más da.
Qué importa sentir
algo si es la ausencia
lo único que está.
Durante la madrugada
recordé lo absurdo que se
vuelve el recuerdo y
su constante fricción.
Es como jugar a
soñar;
es como manipular
lo que estás soñando.
Que más da,
que importa si
el fin justifica los medios
si en el medio no hay nada.
La venganza será sal
y el perdón azúcar,
pero no hay un alimento
sobre la mesa.
Entre el smog,
el aliento
pierde su débil rastro y
el sudor se lleva un poco
más de juventud.
Puedes construir castillos
y derribar ciudades enteras.
Puedes aniquilar en ficción
a la humanidad.
Puedes escribir los más
inspiradores poemas.
Que más da.
Ni ayer ni hoy estás.