martes, 25 de febrero de 2020

El último atardecer del feriado

Tú eras el mar y yo la arena.
Tan apacibles,
Tan profundos,
Tan ruidosos.
El sol nos engullía en cada atardecer.
Por las noches,
Tus tibias olas azolaban mis castillos,
mientras un barco se alejaba entre la oscuridad,
una lucecita,
Como una estrella perdida entre la bruma.
El invierno y la lluvia son una carretera distante.
Eramos el limo y la espuma,
El limbo,
Las huellas perdidas.
Los solitarios.
Las lucecitas.

domingo, 9 de febrero de 2020

Un vikingo en La Alameda

Soñabas exhausto sobre la yerba,
extenuado de tu viaje.
Te hallabas en una ciudad extraña,
en una época extraña.
La sangre y el fuego ya no brillan como antes,
los dioses han perdido su voz.
Te hallabas cansado,
soñabas exhausto sobre la yerba.
Unos muchachos juegan en un drakkar que ya no es como los de antes.
Las turbias aguas parecen ocultar tu escudo,
bajo las tristes hojas que el viento arrojó impune.
No hay un sitio en el mundo,
donde encontrar esas perdidas palabras.
No hay un puerto donde ir,
no hay nada.
La vida parece injusta,
No existe nada.
Sueñas y continúas exhausto,
te preguntas si todos fueron al valhalla.
Te preguntas si es una broma del destino.
¿Hallarás un nuevo puerto de donde zarpar?
¿Qué tan lejos estará?
Deseas arrojarte,
Ojalá el mar sea profundo.
Esperarás en La Alameda a que sea medianoche.
Águila de sangre,
¿Qué es lo que vi tras el fragor?
¿Qué me arrojó a este mundo sin nombre?