Mi barco naufragó en algún sitio del fin del mundo,
donde las sirenas moribundas confirman a los perdidos que sí existen.
El cielo parecía el de un día de invierno,
cuando el tiempo parece detenerse como un niño,
que de camino a casa se pone a dar trampolines.
Jamás escribiré un libro o seré un pirata famoso;
nunca empuñaré una espada, más que en sueños.
He llegado al fin del mundo...
¿Quién ha dicho que he llegado?
Los caminos del universo son infinitos.
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