martes, 11 de junio de 2019

Vivi

Nos conocimos en un concierto de la banda sueca Hammerfall; curiosamente es de las pocas ocasiones en que recuerdo el atuendo que llevaba puesto ese día: una camiseta gris jaspeada, sobre un buzo negro, el cabello recogido en una cola y un pantalón militar. Fue agradable verla; ningún amigo había ido conmigo a ese show, y se me había acercado. Hablamos fundamentalmente sobre música; me dijo que estudiaba en el colegio 24 de Mayo, en tanto que yo hacía dos años que me había graduado. Intercambiamos nuestros números de celular, sin entusiasmo alguno; ese día estaba allí solo por la banda y pasar un buen rato.
Unos días más tarde quedamos en vernos, precisamente en el mismo sitio donde nos habíamos conocido: el Ágora de la Casa de la Cultura. Caminamos en sus alrededores; no bebimos siquiera un café, solo charlamos. Entonces me contó que le agradaba el black metal, y me contó con entusiasmo sobre un festival que se celebraba cada año en Noruega. Su expresión se llenaba de entusiasmo al hablarme de Bathory; unos años después me enteré de la muerte de su vocalista, Quorthon; también mencionó que practicaba judo y que le gustaba nadar.
No recuerdo si fui yo quien la besó, o si me dejé llevar; la oscuridad y sus pinceladas de smog fueron nuestros únicos testigos. Me encantaban sus pelos zambos, entre sucos y castaños. Unos días después, en que quise volver a buscarla, la oscuridad terminó de envolvernos y no volvimos a coincidir más, hasta la ocasión en que la encontré cerca del teatro Malayerba de El Belén. Se había encontrado con otro tipo. Nunca nos hicimos novios o nada parecido. Supuse que por ese lado no había lío. Pero con el tiempo algo empezó a no hacerme sentir muy bien. Días después, le escribí por el latinmail. Le dije que me había parecido algo importante. "No lo sabía" me respondió. Tiempo después volví a verla, esta vez por la iglesia de El Sagrario: estaba con quien asumí era ya su esposo, en el bautizo católico de su hija. Tiempo después, no sé por qué, al volver a coincidir, le pregunté si gustaba aún del black metal. Me dijo que ya no lo escuchaba.
En un libro de caricaturas, todavía guardo una foto que nos hicimos juntos, un 31 de diciembre en la Concha Acústica. Para entonces ya no éramos nada.

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