domingo, 30 de agosto de 2015

Agua salada

La primera vez que vi el mar fue en 1991: fue como mirar al cielo mismo, como una montaña hecha del mismo material del horizonte. Distinto de las postales de la tele, era una inmensa duna líquida gris. Mi tío, que vivía en Salinas, me aseguró que era salado, pero que le diría a sus amigos que arrojen todos los costales de azúcar posibles para darnos la bienvenida. Luego del primer paseo a la playa con mis hermanos, tras preguntarnos cómo estaba el agua, y responderle, el tío, risiblemente enfadado, nos aseguró que sus panas, de seguro se habían olvidado de su recado.

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