domingo, 15 de diciembre de 2024

Enemigo mío

Tu vida,

un laberinto de incertidumbre,

una ruleta rusa,

una novela de espías.

Un slam en el metro,

una fiesta en todas y en ninguna parte.

Tu vida,

el eslabón de muchas vidas,

el alma de tantas reencarnaciones.

Una montaña rusa,

una tómbola americana,

un disco chino.

Escuchas la radio y parece hablarle a tu voz interior,

mientras te pregunta:

¿qué buscas de la vida?

Y crees hallar la razón en terceros,

pero siempre vuelves a ti y solo contigo.

Tu vida,

tu vida,

una espiral dialéctica de guerras y armisticios,

contigo siempre en el medio.

Tu vida,

tu vida.

jueves, 14 de noviembre de 2024

[Roja]

Mujer,

puerto de Luna,

tan hermoso pero a la vez tan lejano como el horizonte.

A veces sueño contigo sin importar si me pierdo mientras sueño.

Seguramente existes en cada una de las cosas más hermosas de este mundo,

y seguirás existiendo cuando todos se hayan ido.

sábado, 12 de octubre de 2024

Una mañana de feriado

Amor mío,

amor del aire y del viento,

que viajas sobre un tren mientras camino.

La ciudad es como un universo infinito de confusión y vacío.

Siempre tan cerca y a la vez tan lejos,

en el tiempo y espacio,

y aún así el recuerdo de tus besos y tu piel aún estremece la mía.

Oh amor,

oh sueños,

siempre tan cerca y a la vez tan lejos,

cada noche te pienso y te pierdo,

cada noche deseo tu piel y me pierdo.

Oh cariño,

Oh aliento,

Oh fuego,

Oh viento.

lunes, 30 de septiembre de 2024

Pauli


Septiembre se lleva nuestros días y recuerdos,

junto con las hojas de los árboles que no lograron caer.

Las estrellas nos miran desde su lejano fuego y parecen querer hablarle al nuestro,

al de nuestro aliento, 

personajes distantes y minúsculos pero sensibles,

personajes que pintan universos y dibujan estrellas,

que odian y aman o creen odiar y amar,

mientras escriben otra página de este libro infinito.

martes, 3 de septiembre de 2024

Para decir adiós

Tus ojos se perdieron entre mis ojos mientras te soñaba y sin saberlo andabas entre tu propio mundo;

mis ojos murmuraban solitarios entre las estrellas de la noche oscura.

Alguien lejano, en otro espacio y tiempo dibujaba tus ojos;

mis ojos encontraron ese lienzo un día entre la llanura.

lunes, 12 de agosto de 2024

4:44

 Los sueños son a veces miedo,

miedo y esperanza.

Despiertas como noqueado sin saber si fue una advertencia de la realidad o un suspiro desde las tinieblas.

Caminas cual zombi a veces,

entre el amanecer y el último aliento de la noche.

Cuando te sientes feliz quisieras no despertar y quedarte en ese mundo,

pero los rayos del sol no tardarán en reclamarte.

lunes, 22 de julio de 2024

El buen salvaje

     Hasta aquel día, era otro roquero entre tantos, de pelo largo, chaleco de parches de King Diamond, Metallica o Slayer. Supuse que no tardaría en llevarse con los demás metaleros de la facultad, que solían juntarse en el patio para despotricar contra los poperos, los militantes neófitos de izquierda o los aniñados, para terminar enseguida haciéndose verga en Antojitos, el bar que quedaba frente a nuestra facu.

    Fue durante una exposición sobre Rosseau que empezó realmente a llamar mi atención, y no precisamente por su conocimiento del tema. El profe de Teorías de la Comunicación le había dicho que 'él, en si mismo, era el mejor ejemplo de el buen salvaje'. Terminada aquella clase, luego de fumarme un tabaco en el kiosco del ingreso a nuestro edificio, le vi sentado, tarareando una canción de Silvio Rodríguez.

    —¿A poco te gusta esta música también? —le dije con cierta timidez.
     —O sea, sí, no está mal —respondió mirando hacia la montaña.

    El patio estaba un poco lleno, así que me senté junto a él. Noté enseguida que de Silvio se pasó a tararear un tema de Ángeles del Infierno.

    —Tienes buena voz  —le dije esta vez sin mirarlo a los ojos, mientras ojeaba unas copias para la clase de Lenguaje. Nunca me respondió.

    Al rato, un par de amigos, Carlos y Andrés, me invitaron a ir al Antojitos por una biela hasta la siguiente clase.

 —Qué raro es 'el buen salvaje' —sugirió Carlos, a quien sospechaba, le gustaba un poco. —O sea, no parece mala gente, pero ni siquiera he visto que se junte con los demás heaviesLa observación del Carlos me hizo caer en cuenta que era cierto: el buen salvaje (que en realidad se llamaba Leonardo) no bebía ni se juntaba con nadie.

    Ese mismo día, luego de la clase de Lenguaje que terminó a la 13h00, decidí invitarle a almorzar. Sorprendentemente dijo que sí. Por un momento me arrepentí de hacerlo, pues supuse que se tomó demasiada confianza tras haber charlado con él más temprano; por otro lado, me imaginé que también empecé a gustarle, como al Carlos. No era ninguna Quiteña Bonita, pero me cargaba mi buena pinta.

    —¿No te molestó que el profe de Teorías te llamará 'el ejemplo perfecto del buen salvaje'? —se me ocurrió preguntar, mientras esperábamos por la sopa.

    —Me vale verga lo que me haya dicho. Solo es el típico man que se da de intelectual, y quienes se rieron de eso, los típicos lameculos que quieren quedar bien con todo el mundo.

    —No creo que te haya dicho eso para fastidiar, no es mala gente el profe —dije de inmediato, defendiendo sin querer a nuestro profe.

 —Como sea —concluyó—. Después del almuerzo tengo que ir a trabajar, no me puedo quedar por mucho.

    Antes de irse me dijo que camellaba por las tardes en una copiadora y que los sábados repasaba con una banda de hardcore. Me prestó además un casete que se suponía era una grabación que hicieron de una canción inédita, y a cambio quedé en prestarle otro con canciones del Silvio.

    Si bien su grupo no me pareció la gran cosa, le encontré muchas posibilidades. El domingo por la tarde, tras terminar un par de ensayos de Historia y de Teorías, me puse incluso en la tarea de diseñarle un logo a su banda y dibujarle una portada a su demo. Tras eso, en un casete nuevo que compré para grabar los noticieros de la radio le grabé encima toda mi cinta original de Silvio Rodríguez, pues recordé que un par de pelados del colegio jamás me devolvieron otros casetes originales que les presté.

    Al día siguiente me desperté algo ilusionada. Imaginé que mis obsequios le encantarían al Leo. Sin embargo, este no se presentó ni a la primera clase del día, ni a la segunda ni a la tercera. Supuse que quizás debió estar enfermo y que regresaría el martes; sin embargo tampoco se presentó, ni el miércoles ni el jueves. Quise preguntar al Carlos y al Andrés si tal vez sabían dónde quedaba la copiadora donde trabajaba, pero me dio foca hacerlo: con lo cargosos que eran sabía que me empezarían a encamar con que me gustaba.

    Finalmente el semestre acabó y nunca más volví a ver al Leo, hasta un día del semestre siguiente, en que le vi en la foto de un periódico, con la misma cara triste de buen salvaje con que le había conocido, pero acompañado de sus compañeros de banda de rock. Hasta hace no mucho tenía guardado ese recorte del periódico, junto con el casete de Silvio Rodríguez y el  demo de su banda que nunca le pude regresar.

lunes, 15 de julio de 2024

Fibi

Nos hacemos viejos, como esos personajes que eran viejos para nosotros cuando éramos niños.

Ahora somos los grandes de los cuentos, esos que detestábamos y parecían no entendernos, esos que pasaban quejándose por dinero y jurando que se partían la espalda por nosotros.

Desearíamos vivir allí adentro, en esas videocintas que envejecen también pero donde somos eternamente jóvenes, donde basta dar play o rew,
donde es verano para siempre,
donde basta dar un rew para volver,
donde es verano para siempre.
Donde el amor parece congelarse,
donde es verano para siempre.

lunes, 10 de junio de 2024

Una selfie de mi sombra

Te extraño y me extraño. 

Lo sé cada vez que te miro en sueños, y que me miro en ellos como el eco de una voz perdida entre la multitud.

Soy y no soy,

un llanto bloqueado por la incertidumbre y la impotencia,

un espíritu que divaga buscando su cuerpo,

buscándose a sí mismo.

Soy esas cosas contrarias a las que supuse, a esa engranaje que quizás pretendí ser también,

una casa, hijos, un perro ausente.

Soy el residuo de aquella división que no pude resolver, esa vida, esa vida entre tantas, 

ese otro creador de contenidos que baila una coreografía de moda intentando ser bufón, que gesticula palabras ajenas pero que no recibe ni un like, 

ese solitario haciendo una selfie de su sombra.

Te extraño y me extraño, pues,

El mundo ya no es lo que era ni volverá a ser lo mismo, aunque mi nostalgia sea como un globo perdido entre la mar,

al que me aferro esperando que las nubes del cielo no me dejen solo, mientras el sol intenta penetrar hasta mi sangre.

Soy ese que ya no te abrazará más, que no supo valorar cada abrazo y que ahora no sabe si todo fue real.

Soy esa lágrima imposible que desearía fuese cascada por donde huir.

Me extraño y te extraño, pues,

el espejo no se ha roto aún y sigue reflejando un personaje que ya no existe para los demás.

Dormiré esta noche.

Soñaré que esta vida era un sueño y que persigo cosas imposibles allí dentro.

lunes, 18 de marzo de 2024

Sandra

Caminábamos por las calles,
A veces de la mano,
A veces divagando.
Imaginando muy poco, quizás,
este mundo del presente que era mañana entonces.
Aún escucho a dos pasos de nuestra escuela
(donde todavía vivo),
el eco de nuestros gritos, 
cuando todos callan y no hay un solo auto o una sola nube.
Cuán lejos estaremos ignorando el uno del otro,
cuán cercanos peor aún.
El árbol donde meditabas a solas,
¿lo habrán podado ya?
Escucho cual espía una lejana conversación nuestra, 
en la radio de nuestros recuerdos.
¿Los chicos de hoy,
serán como los chicos del mañana?
A veces el azar es el destino disfrazado de corazón,
nos empuja cual si estuviésemos siempre a punto de caer. 
El árbol donde meditabas a solas,
¿lo habrán talado ya?
Aún escucho a dos pasos de nuestra escuela
(donde viviré quién sabe hasta cuándo)
el eco de nuestra despedida,
cuando todos los autos han llegado a casa y las nubes siguen en su guarida.
A veces el corazón es un destino disfrazado de azar,
sin un 'Control Z' incluído. 
Caminamos por las calles,
A veces divagando,
A veces a solas.


martes, 30 de enero de 2024

El Club

   Transcurría el año de 1996; está obscuro, hace frío... nah, mentira... enero de 1996: el presidente de la República es Sixto Durán-Ballén, hay MTV gratis y en Norteamérica se baila el santo cachón... bueno ya. Era una tarde de marzo de 1996: yo, un adolescente puberto y espinilloso, me había apuntado en el Club de Periodismo del colegio Montúfar, que para entonces ya estaba en franca decadencia -la imprenta del colegio llevaba años embodegada, y apenas se hacía un periódico mural-. Nos habían dicho que por el Día del Periodista habría una reunión en el Salón de la Ciudad del Municipio. Fue la ocasión propicia para junto con mi camarada Luka Stronzy perearnos una clase.

   Asistimos: un tipo ya grande interpretó un tema dedicado a la ocasión; decía más o menos: "cuando era un estudiante/soñaba ser periodista/y aunque a veces faltaba a clases..." que al Luka y a mí nos causaron mucha gracia. El evento fue organizado por el Club Intercolegial de Periodismo, de la entonces Dirección Provincial de Educación de Pichincha. Tras los discursos que no recuerdo más, y antes de salirnos del evento de manera abrupta para buscar cosmos donde ir a jugar, recuerdo que conocí a unas chicas del colegio Cardenal De la Torre, a quienes deseé volver a ver algún día, y a una chica, que creo se llamaba Mariana o algo así, a quien volvería a ver dos meses más tarde en la Casa de Benalcázar, en una reunión a la que no recuerdo como llegué (me parece que el "Prieto", coordinador del club del Montúfar, nos había sugerido asistir, pero sólo acudimos él y yo). Esa noche me reencontré con Jorge Pasquel, quien fue compañero en la escuela de mi hermano mayor, y hermano de mi compañera Silvia Pasquel (nombre similar al de una actriz mexicana). Resulta que el Jorge era poeta y esa noche declamaba. Fue él mismo quien me habló de cierto grupo de personas que se reunían los sábados, en el Círculo de la Prensa, ubicado frente al en ese entonces Centro Comercial San Agustín, años después derrocado y convertido en plaza.

   Al principio, las reuniones eran los sábados por la mañana, la excusa perfecta para no estar en casa ni tener que ayudar a la limpieza de fin de semana. Alguna vez me había hecho de un ejemplar del periódico Correo Estudiantil; me propuse escribir también ahí. Luego conocí a los otros chicos: los ñaños Bucheli (Adriana, sobre quien escribiría varias veces y Xavier), Emperatriz (mejor conocida como Emperita, e hija de la coordinadora del Club, cuyo nombre siempre se me escapa), el otro Xavier, el Prieto, la Gina, la Vivi Montero, la Elizabeth (quién hacía que algo raro me pasara en la panza cuando caminaba al Círculo de la Prensa), y otros que no recuerdo, y un man que tenía ojos medio gatos y siempre andaba de terno, quién me enteré falleció años después. ¡Ah! También el man a quién presté mi cassette del Unplugged de Nirvana para no devolverlo nunca más. Eran de varios colegios: Anderson, Montúfar, Amazonas, María Angélica Idrobo, Cardenal De la Torre, ATCH, Consejo Provincial, Emilio Uzcátegui, Quito, UNE, Espejo, entre otros. Ese año gané un segundo lugar en un concurso de poesía por el Día de la Madre: el premio, otro libro de poesía, que perdí esa misma tarde en un parque de Solanda.

   Para el período lectivo siguiente, otro 'lechero' y yo rendimos el examen de admisión para el Club de Periodismo de El Comercio; tiempo después nos llegó la invitación al colegio para formar parte de esa asociación. Por alguna razón, el rector de nuestro plantel (que nunca estaba allí) no confirmó nuestra presencia, y tiempo después me enteré que habían recibido a otros dos tipos de Físico-Matemático que no tenían nada que ver. Enfadado por eso y con la esperanza de volver a ver a Elizabeth (y a la Adri, me gustaban las dos), volví a asistir al intercolegial de la Dirección Provincial en noviembre, solo que esta vez las reuniones no serían más en el Círculo de la Prensa, sino en el colegio Quito, trasladándose luego al Gran Colombia y al Montúfar para volver de vuelta al Círculo, esta vez por las tardes. En 1997, el club ya no me pareció el mismo de 1996, aunque farreamos mucho más. Por ahí hice unos dibujos, me ilusioné con otras chicas y me porté como un holgazán. Sin embargo, fue mi primer contacto con el mundo de la comunicación social y la primera señal de mi posible vocación. A todas las personas que me acompañaron en esa etapa de la vida las recuerdo con cariño y nostalgia, aunque ya he olvidado varios de sus nombres.

   Dejé de asistir al club a inicios de 1998, cuando tuve que destinar el sábado a la premilitar.