lunes, 5 de marzo de 2012

Sin parar

Te escucho.
Mi alegría se fundió
en la superficie del mar
con tu aliento.
En algún lugar sabía
que la locura un día
derivaría en una escena
real,
simple pero sublime.
Y verte es como mirar
a la carretera después
de una suave llovizna,
como sí pudiese limpiar
toda la pena.
Mientras permanecías
sonámbula invocaba tu
nombre para que ese
dolor que sentía no se
apoderara de mi sangre.
Era preciso continuar,
pero necesitaba reconfortarme
en tus ojos.

El viento no deja de soplar...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo simple, lo verdadero, el sentir…