miércoles, 14 de mayo de 2008

Reencuentro



Los años habían transcurrido casi mudos; el mundo cambiaba, pero yo no. Los árboles del parque parecían estar iguales, y aunque la radio transmitía canciones que ahora me resultaban indigeribles, todo parecía estático.

Volví a verla un día, en el asiento de uno de esos buses donde el tiempo parece no ejercer algún influjo. Todavía escucho esos vallenatos que tanto gustaban y gustan a las chicas; aún resuena la voz de Leo Dan para los más bohemios. Ella guardaba todavía la misma mirada perdida que un día me permitió encontrarme: su cabello parecía más oscuro, pero pude reconocerlo. Su boca todavía era como una fresa: se veía hermosa.

A veces uno se imagina esos reencuentros que de tanto Hollywood en la cara y por las orejas llegas a interiorizar como condición necesaria de toda relación interpersonal: el mundo en cámara lenta, la canción de fondo, las miradas, el abrazo, la eternidad del instante... pero no. En aquella ocasión, nada de eso pudo causarme efecto. No me atreví a saludarla. Porsupuesto, me temí una escena de susto, de irreconocimiento. Luego, claro, la reflexión y la catársis. No era ella. Mi mente había recordado por un instante a un ser del pasado y encontró en otro ser parecido al ser en cuestión.

Una tarde, hace varios años, mientras estaba conciente y escuchaba una canción de moda, la vi por última vez: nos encontrábamos muy distantes, y fue imposible hablarnos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mm, hay miradas de retrospección que la mente puede desvariar en el presente, con recuerdos y ilusiones futuras.


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PRIMA DEL JABANCHO

Anónimo dijo...

Hola!

Me hiciste emocionar y luego hopla! nada que era el ser en cuestion.. pero recuerda que nada es imposible si no se intenta..