La fragilidad se vio reflejada
en un insignificante café;
el aliento se confunde con
el humo,
vapor por todos lados.
La soledad es el tercer
ingrediente;
el último tal vez.
Vulnerable es ahora
el peregrino que
ha llegado,
sus ojos padecen
el pterigio de
los años.
Su mochila,
su pesada carga a
un costado;
todo,
todo lo ha dejado
por un vaso de papel.
El arco iris desde su
ventana se halla oculto;
en su horizonte aguarda
la niebla también.
No,
ya no es un insignificante
café.
Ahora es como el calor
y como el amigo fiel.
1 comentario:
Boca inconfundible...También esos vasos cortan.
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