Esa tarde, en que llegué con una sonrisa, me había encontrado con otra: con la suya. Algo temeroso, decidí saludarla. Luego me acerqué; quizás no debí, pero algo por dentro me insitó a hacerlo. No me arrepiento. El mirar sus ojos, luego de la oscuridad imaginaria, fue algo nuevo, a pesar del pasado y de la tormenta que un día vi en ellos. Eran como una laguna plácida. Sentí tranquilidad. Los mejores momentos, a veces, son los que no se planean. Puede que ya no importe; siempre es bueno verla, aunque sea de vez en cuando. Tal vez no pueda crear cosas nuevas; pero quizás aún pueda sentirlas. Siempre es bueno reencontrarse con su sonrisa, aunque sea pura casualidad.
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2 comentarios:
una sonrisa que seguramente te llegó muy adentro y que todavía te inspira!
un abrazo,
nostalgia y hermosos recuerdos de amores pasados.. Los momentos perfectos pueden durar poco, pero aun asi ser perectos para siempre..
Saludos!
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